En el vasto universo de la música, cada generación ha sido testigo de un cambio, una evolución que, aunque esperada, a menudo desata debates acalorados entre quienes añoran lo clásico y quienes celebran lo contemporáneo.
Ángela Aguilar, esposa del famoso cantante Christian Nodal, ha puesto el dedo en la llaga al pronunciarse sobre la música de hoy, en especial el reguetón, y su impacto en nuestra sociedad.
Con una declaración que ha resonado en los corazones de muchos, Ángela expresó: “La música de hoy está muy mal, me hace sentir como si estuviera haciendo algo malo”.Una opinión que, aunque polémica, es imposible ignorar.
La cantante, con un tono que denota tanto preocupación como nostalgia, subraya que ciertas letras explícitas del reguetón actual no son aptas para escuchar en familia.
No obstante, su crítica también abrió una caja de Pandora sobre cómo percibimos la música de generaciones pasadas.
Por un lado, Ángela destaca que antes se podía compartir música con los abuelos sin sentir vergüenza.
Para ella, las canciones antiguas estaban cargadas de amor y delicadeza, en contraste con las líricas actuales, que a menudo son explícitas y carecen de sutileza.
Sin embargo, la realidad nos dice otra cosa: las canciones románticas de antaño, aunque disfrazadas con metáforas y elegancia, también escondían insinuaciones igual de atrevidas.
Tomemos como ejemplo una de las joyas musicales del maestro Armando Manzanero: “Voy a apagar la luz para pensar en ti”.
Con una sutileza extraordinaria, la letra de esta canción evoca imágenes que, aunque cuidadas, no dejan de insinuar momentos íntimos.
Frases como “ahí donde todo lo puedo, donde no hay imposibles” transportan al oyente a un espacio donde la imaginación y los deseos más profundos toman el control.
¿Es esta diferencia de estilo lo que realmente separa a las generaciones? ¿O simplemente hemos cambiado nuestra percepción sobre lo que es aceptable en la música?
Ángela Aguilar continúa su análisis señalando que incluso canciones icónicas como “Burbujas de Amor” de Juan Luis Guerra tienen un mensaje subyacente que, al ser desmenuzado, resulta tan atrevido como cualquier reguetón moderno.
Lo interesante de este debate radica en cómo hemos elegido recordar el pasado.
En los años de gloria de los boleros, las serenatas y las baladas románticas, las canciones no eran menos provocativas, pero la forma en que se abordaban las emociones y los deseos era diferente.
Los compositores recurrían a imágenes y metáforas para transmitir sus mensajes, lo que daba un aire de sofisticación que parece haberse perdido en la música popular actual.
Por supuesto, el reguetón, como género musical, ha enfrentado críticas desde sus inicios. Letras explícitas, ritmos pegajosos y bailes provocativos han sido su sello distintivo.
Pero también es cierto que este género ha evolucionado y diversificado su mensaje.
Canciones de artistas como Bad Bunny, Karol G y J Balvin, aunque polémicas, también han dado voz a temáticas de inclusión, empoderamiento y amor propio.
En defensa de la música actual, Ángela también reconoce que cada generación tiene sus propios gustos y valores.
Aunque menciona que algunas canciones modernas no son adecuadas para reuniones familiares, admite que todos tienen derecho a elegir lo que quieren escuchar.
La música, al igual que el arte en general, es una forma de expresión que refleja los valores y desafíos de la sociedad en un momento específico de la historia.
Sin embargo, su preocupación principal parece estar dirigida hacia los más jóvenes. “Me preocupa que los niños escuchen estas canciones”, declara.
Y no está sola en este pensamiento. Muchos padres y educadores comparten su inquietud, argumentando que las letras explícitas pueden influir negativamente en las generaciones más jóvenes.
Pero, como bien señala Ángela, la solución no radica en censurar la música, sino en inculcar valores y educación en el hogar.
Es importante recordar que el reguetón no es el primer género musical en enfrentar este tipo de críticas.
En su tiempo, el rock and roll fue considerado inmoral y peligroso. Incluso bailes como el twist fueron vistos con recelo por las generaciones mayores.
Pero el tiempo ha demostrado que estos movimientos culturales no solo sobrevivieron, sino que también se convirtieron en pilares de nuestra historia musical.
El dilema planteado por Ángela Aguilar nos lleva a reflexionar sobre nuestra relación con la música.
¿Realmente la música de hoy es peor que la de ayer? ¿O simplemente hemos idealizado el pasado?
La respuesta no es sencilla. Mientras algunos celebran la audacia y autenticidad del reguetón, otros anhelan la poesía y sutileza de las baladas clásicas.
Pero, al final del día, la música sigue siendo un reflejo de nuestra sociedad: un espejo que nos muestra nuestras virtudes, defectos y contradicciones.
Ángela cierra su reflexión con un mensaje que invita a la tolerancia y al entendimiento: “Todos somos libres de elegir lo que queremos escuchar”.
Y quizás esa sea la verdadera esencia de este debate: la libertad de expresión y la diversidad cultural que nos enriquece como sociedad.
Mientras el mundo continúa girando al ritmo de nuevas melodías y letras, solo queda esperar para ver qué dirección tomará la música en el futuro.
¿Será capaz de encontrar un equilibrio entre la elegancia del pasado y la audacia del presente? Solo el tiempo lo dirá.