Arrepentimiento de Kimberly Loaiza

Kimberly Loaiza bajo la lupa: el análisis del lenguaje corporal que destapó su polémico video de despedida

En el vasto y electrizante mundo de las redes sociales, donde cada palabra, gesto y expresión puede convertirse en una declaración, Kimberly Loaiza ha vuelto a acaparar titulares.

Esta vez, no por un nuevo éxito musical ni por sus acostumbrados logros personales, sino por un video que ha sacudido a su fandom y ha despertado un análisis profundo sobre la congruencia entre sus palabras y su lenguaje corporal.

El video en cuestión, titulado como su emotiva despedida de las “linduras”, sus fieles seguidores, no fue únicamente un adiós momentáneo, sino también una confesión inesperada: Kim admitió haber mentido al público.

La experta analizó el lenguaje corporal de Kim Loaiza. Foto: IG maryfer_centeno

Según sus palabras, todo lo relacionado con los rumores de infidelidad de su esposo, Juan de Dios Pantoja, y su supuesto divorcio no eran más que una estrategia. Lo más impactante para muchos no fue la confesión en sí, sino el cómo esta fue presentada.

Fue en este contexto que Maryfer Centeno, la reconocida grafóloga y experta en comunicación no verbal, decidió analizar el video que Kimberly compartió con millones de seguidores.

La experta, que cuenta con una trayectoria sólida analizando a figuras públicas y sus comportamientos, ofreció un desglose detallado de cada movimiento y expresión que, según ella, revelaron mucho más de lo que las palabras de la influencer intentaban transmitir.

Maryfer Centeno señaló que la incongruencia entre lo que Kim decía y lo que su cuerpo expresaba era evidente desde el primer momento.

“Imagínate que yo quiero reconciliarme contigo, darte una explicación humilde, pero mi rostro y mi postura dicen lo contrario. Esto es exactamente lo que se observa en Kimberly”, explicó Centeno mientras analizaba cada fragmento del video.

Kimberly ha recibido fuertes comentarios tras la publicación de su video, ya no creen en ella. Foto: IG @kimberly.loaiza

De acuerdo con la grafóloga, la tensión en el rostro de Kim, el mentón ligeramente elevado y los dientes apretados daban una impresión de prepotencia más que de arrepentimiento.

“No estoy diciendo que ella sea prepotente, pero su lenguaje corporal comunica algo completamente distinto a lo que ella está diciendo”, agregó la experta, dejando claro que este tipo de incongruencias suelen ser percibidas de manera negativa por el público.

El análisis de Centeno no se quedó solo en las expresiones faciales. Según ella, Kimberly utilizó un lenguaje corporal que, en lugar de ser conciliador, se percibió como retador y defensivo.

Este tipo de postura, según la experta, es el opuesto al que alguien que busca reconectar con su audiencia debería proyectar.

Para el fandom de Kimberly, el análisis de Maryfer Centeno fue un golpe que confirmó las dudas de muchos.

Desde la publicación del video, las redes sociales se inundaron de comentarios críticos hacia la influencer, señalando que su actitud parecía más enfocada en justificarse que en asumir responsabilidad.

“No hay ni un rastro de humildad en su lenguaje corporal”, opinó Centeno, sumando que esto podría ser un factor determinante en la pérdida de credibilidad que enfrenta la creadora de contenido.

El video, que rápidamente alcanzó millones de reproducciones, ha dejado una grieta en la conexión entre Kimberly y sus seguidores, quienes han sido testigos de cada paso de su carrera desde sus inicios. Para muchos, las palabras de Kim no fueron suficientes para reparar el daño causado por la mentira que admitió.

“Es tristísimo que una figura tan influyente como ella haya fallado de esta manera. Este tipo de desconexión con su público puede tener consecuencias graves en su carrera”, expresó Centeno en una de sus conclusiones más duras.

Y no creen en Kim Loaiza. Foto: IG @kimberly.loaiza

El análisis de Centeno también incluyó una comparación entre dos tipos de lenguajes corporales: el conciliador y el de confrontación.

Según ella, mientras que el primero busca conectar y generar empatía, el segundo, que es el que mostró Kimberly, transmite rechazo e incomodidad.

“En lugar de buscar una reconciliación, parece estar en un constante estado de defensa. Esto hace que el público se sienta atacado o incluso engañado nuevamente”, añadió.

Las repercusiones de esta polémica no se hicieron esperar. En plataformas como Twitter e Instagram, los hashtags relacionados con el video de Kimberly se volvieron tendencia, pero no de la manera que ella podría haber esperado.

Mientras algunos defendían a la influencer y justificaban su comportamiento como un intento de proteger su vida personal, otros criticaban duramente su falta de sinceridad y humildad.

Sin embargo, lo que más llamó la atención del análisis de Maryfer Centeno fue la afirmación de que Kimberly “les quedó a deber” a sus seguidores.

Este sentimiento de insatisfacción por parte del público puede ser el mayor desafío que la influencer enfrente en los próximos meses.

La conexión emocional con su audiencia, construida a lo largo de años, parece haberse debilitado, y muchos se preguntan si será capaz de recuperar la confianza perdida.

En medio de esta controversia, Kimberly no ha hecho más declaraciones al respecto, manteniendo un perfil relativamente bajo desde la publicación del video.

No obstante, es evidente que su equipo de trabajo y su círculo cercano estarán evaluando los próximos pasos a seguir para mitigar el impacto de esta crisis.

Lo que queda claro es que esta situación ha dejado una lección importante no solo para Kimberly Loaiza, sino para todas las figuras públicas que dependen de la confianza de su audiencia.

En un mundo donde la autenticidad es cada vez más valorada, cualquier incongruencia, por pequeña que sea, puede tener consecuencias devastadoras.

¿Será esta la caída de una de las influencers más populares de la región o logrará Kimberly encontrar una manera de reconectar con su público y salir fortalecida de esta crisis?

El tiempo dirá, pero por ahora, el análisis de Maryfer Centeno ha dejado en evidencia que, en el juego de las redes sociales, no basta con decir la verdad; también hay que saber cómo transmitirla.

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