Entrar en el mundo personal de una artista siempre es una experiencia íntima, casi como asomarse por una ventana hacia su alma. En este caso, lo que descubrimos es un universo de creatividad, donde cada rincón cuenta una historia, cada objeto tiene un significado, y cada elemento refleja una parte de su ser. Este viaje nos lleva al corazón de una mente que se nutre de la belleza y la inspiración, un espacio donde la música, la poesía y los recuerdos se entrelazan para dar vida a la magia de la creación artística.
Imagina un lugar donde, al cruzar la puerta, te envuelves en una atmósfera de calma y estímulo. El ambiente, cargado de música, flores secas y frases cuidadosamente seleccionadas, respira creatividad. Ella describe su habitación como un refugio, un espacio que ha diseñado y decorado por sí misma, con cada detalle cuidadosamente elegido para reflejar quién es y lo que ama. Desde la pared adornada con frases de canciones de Joaquín Sabina hasta los muebles restaurados y pintados en un vibrante rojo, cada esquina es un testimonio de su dedicación y amor por el arte.
Su devoción por Sabina no es casual. La poesía que emana de sus canciones la inspira, la llena de ideas, la empuja a crear. Y es precisamente frente a esa pared, rodeada de palabras como “amor” o “juego”, donde muchas de sus composiciones toman forma. Nos confiesa que, en medio de sus sesiones creativas, a menudo levanta la vista, lee una frase y encuentra en esas palabras el punto de partida para una nueva canción. No es simplemente una admiradora de Sabina, se considera su mayor fan, y ese vínculo con sus letras es lo que alimenta su propio proceso creativo.
La habitación también guarda tesoros familiares, como la lámpara que perteneció a su abuela, un objeto cargado de historia y recuerdos que ahora ilumina su espacio de trabajo. Estas conexiones con su pasado no solo aportan calidez al ambiente, sino que también le recuerdan de dónde viene, anclándola en sus raíces mientras mira hacia el futuro. Y, claro, las plantas juegan un papel crucial en esta atmósfera, ya que le brindan una sensación de vida, aunque muchas de ellas sean secas. Para ella, las plantas y las flores secas poseen una belleza especial, esa que radica en su “falta de vida”, y esto se convierte en una metáfora poderosa de la permanencia de la belleza incluso en la ausencia de vitalidad.
Cada elemento en su habitación parece tener una historia. Los muebles, originalmente verdes y de su abuela, fueron repintados en rojo, un color que parece llenar de energía el espacio. Pero si hay algo que realmente captura su esencia es su piano. Este instrumento no es solo una herramienta de trabajo, es un compañero inseparable en su vida creativa. En él ha compuesto, ha tocado, ha plasmado emociones que de otra manera quedarían atrapadas dentro de ella. Y es precisamente en este rincón, junto a su piano, donde siente que su mundo cobra sentido, donde las canciones emergen, como si el mismo aire estuviera impregnado de melodías esperando a ser descubiertas.
Nos muestra con orgullo su pequeño cuaderno, un regalo de alguien especial, Eric, en el que escribe pensamientos, ideas y frases que podrían convertirse en futuras canciones. Aquí, la memoria y el olvido juegan un papel crucial, recordándonos que en el proceso creativo, a veces, lo más importante es saber qué olvidar y qué recordar. Las frases que escribe en este cuaderno no solo son el inicio de canciones, sino que también son reflexiones profundas sobre la vida, el amor y la pérdida, aspectos que marcan su arte y su forma de entender el mundo.
Su amor por las pequeñas cosas, como las flores secas y las piedras que le traen buena energía, es evidente. Nos cuenta que enciende palo santo todos los días, como una forma de purificar el espacio y traer buenas vibras. Su enfoque en crear un entorno lleno de buena energía refleja no solo su espiritualidad, sino también su necesidad de sentirse en paz mientras trabaja. Y, curiosamente, nos revela un pequeño truco para organizar sus collares, colgándolos como si fueran arte en las paredes. Este detalle no solo es práctico, sino que también añade un toque artístico y personal a su espacio.
Entre todo este mundo de objetos, plantas y recuerdos, hay un rincón especial que no podemos ignorar: la cama de su perrita. Nos cuenta con ternura cómo mandó hacer una pequeña cama con compartimentos donde guarda el agua y la comida de su mascota, y cómo su perra sabe que es hora de comer cuando escucha el sonido de la tapa abriéndose. Este pequeño espacio dedicado a su perra es un recordatorio de que, en medio de su vida creativa y ajetreada, siempre hay lugar para el amor y el cuidado de sus seres queridos, incluidos los de cuatro patas.
Cada vez que nos adentramos más en su mundo, descubrimos nuevos detalles, como los cuarzos y las piedritas que la rodean para atraer buena energía. Estos pequeños rituales y objetos son, para ella, esenciales en su día a día, y le permiten mantenerse conectada consigo misma y con el mundo que la rodea. Todo en su cuarto tiene una razón de ser, desde las plantas hasta los collares colgados, pasando por los objetos más simples que, en conjunto, crean un ambiente donde la inspiración fluye sin límites.
Finalmente, cuando nos despedimos de su habitación, lo hacemos con la sensación de haber conocido no solo un espacio físico, sino un universo interno lleno de creatividad, emociones y recuerdos. Nos ha invitado a entrar en su refugio personal, a ser testigos de su proceso creativo, y a comprender que, detrás de cada canción, cada poema y cada nota musical, hay un mundo lleno de vida, aunque muchas veces sea una vida que se expresa en lo pequeño, en lo simple, en lo que no se ve a simple vista. Y al cerrar la puerta, nos quedamos con una sensación de gratitud por haber sido parte de este viaje tan íntimo y especial, un viaje que nos deja con ganas de seguir descubriendo más de ella, de su arte y de su forma única de ver el mundo.